Así, tal cual



Llega el verano y me acuerdo de aquellos portuenses que, de manera callada, contribuyen con su buena disposición y con su ingenio a hacer a ciudad punta de lanza de la vida cultural e intelectual de la bahía. Hace ya algún tiempo recibía de mi amiga -artista, pintora e ilustradora-, María Fernández Lizaso un boceto a plumilla, en el que se podía percibir el abrazo entre un hombre y una mujer. Y me decía: "Enrique te envío esa ilustración que he pensado y ha salido de mi imaginación, pero que está incompleta. Es para acompañar con tu texto en mi próxima exposición, titulada Ilustraciones y más en el pub Blanco y negro. A ver que te inspira". Y ahí quedó eso.
Mi musa, pausada pero sincera, no se hizo esperar. Esto es lo que descubro, y le escribí: "Cuando las palabras huyen despavoridas, inquietas ante tanta confusión, los gestos -única voz precisa- adquieren título de propiedad. Los trazos sintetizan el encuentro sincero ante tanta incomprensión. Frente a la barbarie, vestida de cualquier cosa con tal de convencernos, surge el abrazo esperado, incontenido, protector y tierno.
La ternura es el armazón que sostiene la vida -balbuceaba el poeta-, es el reposo de la pasión. La incontestable verdad de lo auténtico. La blancura de nuestros corazones. Una flor a un paso de abrirse a los primeros rayos de la mañana, una semilla, un árbol, una pizca de hierba.
Al alba, empeñaré los sorbos de alma que aún quedan en mi alacena, para que la ternura llegue a tu piel a través del roce y que el color del alba jamás te encuentre a solas. Procuraré que el sonido de las olas, de esta bahía que nos contiene, acicale nuestras desnudeces y afine nuestras intenciones. Sin disfraces.
Encontrándonos a solas, con las manos apretadas, hundidas, protectoras -como ahora, en silencio-, sin musitar una sola palabra, sin percibir el mínimo hueco entre nuestros contornos, comienzo a percibir que la desnudez manifiesta y plena conlleva mucha ternura, mucha pasión. La que sólo adivinamos cuando nada tenemos que ponernos ni que quitarnos. Así, tal cual".
Y concluía, ahí llevas el texto María. He interpretado a mi manera la ilustración, que pudiera alejarse del planteamiento inicial de la obra. Eso sí, con la sinceridad que conlleva el estar relatado desde la orilla de esta playa portuense.
El Alambique. Diario de Cádiz
Enrique Bartolomé

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