Desde mi amistad
![Resultado de imagen de fiesta de los patios javier thuillier el puerto](https://discoversherrydotcom.files.wordpress.com/2017/05/collage-patios.jpg?w=1280)
Hace unos días recibo una llamada desde El Puerto. Era Nani Poullet, para invitarme al acto de presentación del cartel de la Fiesta de Los Patios 2017. Un año más -y van XIX-, la asociación cultural Amigos de los Patios Portuenses acicala lo que prorroga al zaguán y se atavía de portuensismo. Una vez más, por unos días, volveremos a ser un poco nosotros mismos.
Pretendía
Nani dar una sorpresa a Javier Thuillier, que le había tocado en suerte, ser
maestro de ceremonias del acto en el que nos encontramos; y que fuese yo
-¿Quién será, se estará ahora preguntando Javier?- el que dirigiese unas
palabras a todos ustedes.
No podía
ser, compromisos laborales me tenían ocupados en Madrid este día. Sin embargo
acepté el reto y con su colaboración, (leyendo estas líneas), no solo me sumo a
esta Fiesta, sino que me permito disfrutar escribiendo sobre la tremenda talla
humana de Javier Thüillier.
A “PÉREZ”,
como aún le saludo cada Miércoles Santo, cuando año tras año coincidimos en la
esquina de las calles Recta y Curva, le tengo un cariño especial. Nos conocimos
de casualidad en uno de esos guateques de entonces. Y en poco tiempo deambulábamos
–a no más de 20 por hora-, en esa VESPINO blanca de tantas evocaciones.
Aquellos
tumbos en el DOS CABALLOS de Quiles, o aquellas excursiones a la finca de Los
Gil Amian en Arcos, con Pablo Tejada de piloto. O esas tertulias nocturnas en
el Poblado Naval, cuando los hijos dormitaban. Inolvidables.
Defendía el
humanista neerlandés Erasmo de Totterdam que la verdadera amistad llega cuando
el silencio entre dos, parece ameno.
Javier es,
por encima de todo, amigo de sus amigos y embajador indiscutible de El Puerto
por donde quiera que vaya. Es de esos portuenses que le duele El Puerto. Y no
da puntada sin hilo, cuando están en juego las manifestaciones artísticas, culturales,
lúdicas o arquitectónicas de nuestra ciudad. Es todo un lujo conocerlo y
tenerlo de amigo.
Lo mejor de
todo, créanme si les digo, es volver a recordar aquella etapa juvenil común, en
la que nuestro patio era la Casa Palacio familiar de Jorge Thüillier de la
calle Santo Domingo. De ahí a casi todas las ferias habidas y por haber, el
carnaval o la Semana Santa. De principio a fin.
Afecto puro,
desinteresado y recíproco. Así concibieron los clásicos la amistad. Así la
entendí y la practiqué como pude y supe con Javier. Y así, de esta manera
trataré de poner en pié la importancia de tener –como solo él y yo sabemos-, a
Javier Thüillier en la escasa nómina de mis amigos de verdad. Gracias Javier
por estar ahí siempre.
Desde mi
amistad, recibe un fuerte abrazo.
Enrique Bartolomé
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