El orden de los tiempos: Humilladeros y templetes
Humilladeros y templetes
ILUSTRACIÓN: María Fernández Lizaso
EL ORDEN DE LOS TIEMPOS
Publicado en el Diario de Cádiz
El humilladero es también conocido
como cruz de término, siendo un tipo de hito o mojón que se ubicaban a la entrada
de las ciudades o villas. El único templete que se mantiene
en píe se construye, por la Hermandad del Rocío, en 1988.
Casi sin
darnos cuenta hemos ido perdiendo parte de nuestro pasado. Las máquinas, el
cemento y las nuevas construcciones han ido imponiendo su ley y se encargaron
de destruir y de aniquilar.
En esta
ocasión pretendo fijarme en algunos recuerdos y pocos vestigios, de lo que, sin
duda, fue la exteriorización de la fe y el culto de los portuenses. Bien
entendido –como así dice el profesor Francisco González Luque- que ‘pudiera
denominarse religiosidad popular’ al término que engloba los elementos arquitectónicos
y artísticos de las manifestaciones callejeras a las que quiero referirme’. Teniendo
en cuenta que estas se caracterizan por vincularse más a lo afectivo,
pragmático y vivido, oponiéndose por tanto, a la religión o religiosidad culta,
racional, elitista, oficial o dominante.
Coincido con
González Luque en la importancia antropológica, histórica y artística que tiene
el estudio de las manifestaciones de religiosidad popular que unos vecinos
trasladan a las calles y plazas. Sin perder el norte, es de justicia señalar
que todo esto hay que entenderlo y valorarlo en su contexto social.
En El
Puerto, es a partir el siglo XVI cuando se generaliza la costumbre de
sacralizar el espacio urbano con retablos o capillas, humilladeros o templetes.
‘Pero es en el XVIII–tal como recoge el trabajo de González Luque en la Revista
de Historia de El Puerto-, cuando se multiplican las prácticas religiosas
externas, se levantan nuevas capillas y ermitas, aparecen nuevas devociones y
se continúa con la fiebre de las Cofradías’.
Establecer
una clasificación de todos los elementos que conforman el culto callejero es
harto complicado. En esta ocasión será la morfología quien nos lleve a recorrer
los humilladeros y los templetes portuenses. Con el primero se designan las
construcciones religiosas levantadas en las entradas de las poblaciones. De
características sencillas, además de su aspecto religioso señalaban los límites
urbanos. El origen de los humilladeros es medieval y en El Puerto son difíciles
de distinguir de las ermitas o capillas existentes, ya que son términos
utilizados indistintamente para aludir a simples construcciones religiosas
levantadas en las salidas de la ciudad para fomentar devociones populares en
los viajeros. El humilladero es también conocido como cruz de término, siendo
un tipo de hito o mojón que, a la entrada de las ciudades o villas, como
muestra de piedad por parte del pueblo y para su fomento entre los viajantes.
En Cataluña suelen llamarse pedró y en Valencia peiró. En el resto de España cruz
de término o humilladero. En el centro y sur de Aragón recibe el nombre de
peirón o pilón, y en este caso es una columna de unos tres metros de altura
hecha de bloques de piedra culminada normalmente en una cruz de hierro o una
esfera de piedra. Habitualmente suele tener uno o varios azulejos policromados
con algún motivo religioso.
En El
Puerto, además de un par de cruces en la Sierra de San Cristóbal, había
construcciones aún en píe como la ermita de la Concepción y el templete de la
Virgen del Rocío y entre los desaparecidos la Capilla de Santa María de Guía y
el humilladero del Calvario. La de la Concepción se encuentra adosada a la caja
de aguas del Parque de la Victoria y ha sido conocida como ermita, capilla y
humilladero con distintos nombre: Concepción, Victoria o ermita de los
Caminantes. Se levanta en 1755 para resguardar una imagen de la Purísima. Desde
1985 ha tenido sufrido numerosos avatares, habiendo sido expoliada y destrozada
casi al completo.
Por su
parte, el único templete que se mantiene en píe se construye por la Hermandad
del Rocío en 1988, nada más salir por la carretera de Sanlúcar, a la derecha.
Sobre un pilar cuadrado se alza un tabernáculo, albergando en su interior una
pequeña imagen de la Virgen del Rocío revestida de Pastora. En el pilar, una
inscripción: “María del Rocío es el principio de los caminos de Dios. Año santo
mariano 1987-88”. Cada año los rocieros celebran un acto de importancia al
iniciar el camino hacia el Rocío. Y entre el suma y sigue del patrimonio desaparecido,
la capilla de Santa María de Guía y el humilladero del Calvario. La primera
según apuntaba el archivero Cárdenas-, se alzaba en el XV en la entrada del río
‘donde se encontraban las bodegas de los herederos de D. Antonio Sancho’. Esta
construcción, del que no se ha encontrado descripción alguna en los archivos,
daría nombre al barrio de Guía según noticias datadas en el siglo XVI. El del
Calvario, que se encontraba en un olivar anejo al Monasterio de la Victoria, se
levantó en el XVI. En este humilladero se celebraba los Viernes Santo un acto
penitencial de suma importancia: la ceremonia del Descendimiento con un
Crucificado de brazos articulados. La importancia antropológica de no haber
conservado este tipo de construcciones nos lleva a decir que el carácter más
distintivo que separa a los humanos de los demás primates es la cultura. A
partir de ahí, que cada cual saque sus conclusiones.
Enrique Bartolomé
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