El orden de los tiempos. El entorno de la Plaza Isaac Peral.
El entorno de la Plaza Isaac Peral
ILUSTRACIÓN: María Fernández Lizaso
EL ORDEN DE LOS TIEMPOS
Publicado en el Diario de Cádiz el Domingo, 19 de febrero de 2012
Cuando contemplamos, con
cierta paciencia, los avatares de la obra del que pasará a ser sede de nuestro
Consistorio en los próximos meses, es posible que no nos percatemos de la
interesante historia que encierra ese edificio desde su construcción.
He querido titular esta nueva
entrega del Orden de los Tiempos El Palacio de Peral, porque me
llamó la atención el origen de esta vetusta finca. Resulta que en 1875, cuando
comienzan las obras de la urbanización de la actual Plaza de Peral, tras la
aprobación del Ayuntamiento para reacondicionar el solar de los Descalzos, se
estima que en uno de los edificios a construir fuera el Palacio de Justicia. La
memoria que presenta uno de los ediles ante el pleno es clara, ante la
imperiosa necesidad de un edificio de esta índole "solamente la justicia
está relegada a desmantelados salones y a una especie de mazmorra impropia de
los funcionarios que la administran". Exponiéndose también la necesidad de
que existiese un local para Escuela Superior. Y así, por una cuestión
económica, se decide ampliar el proyecto inicial con la inclusión en el propio
edificio de Peral de una escuela.
Consultados diversos documentos de
la época vemos como ya desde años anteriores se venían observando graves
deficiencias en los locales destinados a la administración de justicia. En uno
de ellos leemos como el 1872 el juez municipal solicita trasladar el juzgado
-dado el deterioro del local-, al edificio del Ayuntamiento, llegando a
proponer su instalación en las habitaciones altas de la Capilla de la Aurora.
Pero la construcción de este nuevo
edificio como Palacio de Justicia trae como consecuencia una auténtica
urbanización de la Plaza donde se albergaba el Convento de los Descalzos. En
este sentido, una vez definida la actuación sobre el solar, se procedió a
iniciar los trámites para la apertura de la calle que comunicaría con la de
Nevería. Dicho y hecho; en diciembre de 1875 el Regidor Síndico Administrativo
solicita que se inicie el procedimiento de expropiación forzosa de las parcelas
de Ganado, 16 y Larga, 82, afectando la primera a la apertura de esa calle y la
segunda a la alineación de los márgenes de la plaza. Sin embargo, -por
problemas económicos de nuevo-, tan solo se lleva a cabo la primera actuación,
y se apertura una calle "sobre la finca de Ganado de seis metros sobre la
medianera con la finca colindante". Sin embargo problemas de tasaciones
retrasa la obra hasta que en 1895 el maestro Mayor del municipio, Miguel
Palacios elabora un nuevo plan sobre la apertura de la calle -basado en el
proyecto anterior de Adulfo del Castillo-, que tiene su culminación en 1899.
Pero volvamos al inmueble donde se
ubicaría el Palacio de Justicia. La redacción del proyecto y el pliego de
condiciones se encarga al arquitecto Adulfo del Castillo, con un presupuesto
inicial de 75.000 pesetas; siendo que el 19 de octubre de 1875 se presenta el
mismo. En la memoria que lo acompaña deja muy clara la necesidad de ajustarse
al presupuesto municipal, y en consecuencia "no aparece el lujo ni por sus
materiales, ni por su mano de obra, y que nuestro empeño ha consistido en
proyectar obras en buenas condiciones de solidez dentro de las fábricas menos
costosas hechas con los materiales comunes, pero de mejor calidad y puestos en
obras con los más preceptos del arte".
La idea de Adulfo del Castillo
trasciende la mera ejecución del edificio y de la plaza, hasta el punto de ser
considerado como un proyecto urbanístico "integrado en sus proporciones y
estudio de espacialidad, teniéndose en cuenta la altura y disposición de las
casas, el ancho de las calles y paseos de la plaza, así como las proporción es
del inmueble que fuere a destinarse el Palacio de Justicia, así como su
estética".
El Palacio se ubicará en el fondo
de la plaza, elevándose sobre aquella. Como afirma el arquitecto "tanto
para que el edificio aún en su planta baja domine a la Plaza, por cuanto por
sacar el mejor partido de las condiciones del terreno, dejamos elevado el piso
bajo sobre el de las calles, ochenta centímetros aproximadamente, cuya altura
salvamos en la entrada principal con una escalinata".
Los materiales a utilizar en la
construcción estuvieron sometidos a revisión constante. Así inicialmente, según
refiere el arquitecto: "se construiría en cantería, obtenida del derribo
del convento, el basamento, las esquinas, las mochetas, los cerramientos, las
impostas y la cornisa, siendo además trasdosados de mampostería. El resto se
construirían en ladrillo. Por otro lado, la balaustrada de coronación se
realizó en barro cocido con pilares de sillarejo y trabada con planchas de
hierro. Y el balcón del piso central, en piedra de labor".
El Palacio de Justicia asume las
intenciones de su tipología oficialista, esto es situado en el eje de una
plaza, como punto focal de la perspectiva que se dirige hacia el cuerpo central
avanzado de la portada, con el piso inferior almohadillado y el superior
coronado por frontón triangular.
Tras sacarse a pública subasta la
construcción del edificio, el 19 de noviembre de 1875 comenzaron las obras, el
27 se realizó el acordelado del solar y ubicación de las cajas de cimentación y
el 23 de diciembre ya estaban asentados los cimientos.
Tras diversos cambios en la
dirección de la obra, comenzaron los problemas económicos en 1877, cuando el
municipio reconoce una deuda con el contratista de 34.921 pesetas. "Este
problema - a decir de los cronistas-, se agravó tras las reformas del proyecto
inicial concebidas por José de la Coba, a la sazón arquitecto municipal, que
variaron el presupuesto de poco más de 85.000 pesetas a 133.000, más los
intereses acumulados de los débitos".
Vicisitudes económicas diversas,
-que se han repetido durante las recientes obras de remodelación del edificio-,
hicieron que el edificio no quedara inaugurado, por el entonces alcalde
Severiano Ruiz Calderón, hasta el domingo 12 de octubre de 1897, veintidós años
después del inicio de las obras. Todo ello pone a este emblemático inmueble
portuense y a la plaza donde se ubica en el peculiar punto de mira de una ciudad
que cada vez recela más de los grandes proyectos y de las faraónicas
construcciones.
Enrique Bartolomé
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