Los Majaras



Los Majaras






Dos semanas después de que los Reyes Magos pasasen por El Puerto, con las pilas ya cargadas para afrontar este dichoso y frío mes de enero con su correspondiente cuesta, la mayoría de nosotros hacemos, de una manera callada, balance de lo que nos dejaron los de Oriente.

En mi caso, contemplo y oigo con regustillo y cierta nostalgia, el CD que le dejaron a mi hijo en casa de su tío Santiago. Como buen carnavalero, nada mejor que un compacto del insuperable grupo de nuestra ciudad, Raza Mora, de la inagotable cantera de Los Majaras.

En la carátula, como si el tiempo no hubiese pasado, apostados a la garita (en su día de guardias civiles) que aún existe en las inmediaciones de la Playa de La Calita, los once componentes de esta mítica comparsa portuense.

Aglutinados en torno al enorme  Antonio Rico Segura: Pedro el de “Los Majaras”, atesoran ya veinticinco años de recuerdos. Entre ellos puedo adivinar, porque los reconozco a: Antonio Rico “Pedro”, Diego Caraballo, Manolo Albaiceta, Pacoli, Fernando Alber, Pedrito o al Pelahigo. Nombres todos entrañables, que pasearon con señorío y buen hacer el nombre de nuestra ciudad. Y que consiguieron que sus letras musicadas pasasen a formar parte de la nutrida nómina del acervo andaluz.
         
Veinticinco años hace que llegaron al Falla y triunfaron con Raza Mora, pero desde algunos antes, nos hacían ya disfrutar con sus conseguidas letrillas. ¿Quién no recuerda nombres tan emblemáticos como Los Hindúes, Nobleza Baturra, Los Sénecas, Caballos Andaluces, Israel, Andaluces de Jaén, Los Gibraltareños o Los Simios?.

Inolvidables artistas del sentir popular, que consiguieron con sus actuaciones, despertar las adormecidas sensibilidades de los gaditanos. Con humildad, trabajo y arte. Con mucho arte. Sobre todo arte. Supieron envolver este aire del sur que trae el levante y cantar a los cuatro vientos sus sensatas estrofas.

Ahora en el recuerdo, siempre alegre, de estos hombres portuenses, viene al pelo aquella frase del filósofo suizo Henri Frédéric Amiel: ‘la verdadera humildad consiste en estar satisfechos’. Y ellos, me consta, lo llevan a gala con orgullo. Enhorabuena.



Enrique Bartolomé

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