El orden de los tiempo: Federico Rubio, cirujano y político
Federico Rubio,
cirujano y político
EL ORDEN DE LOS
TIEMPOS
Publicado en el Diario de Cádiz el Domingo, 7 de enero de 2008
Cuando llegó la República fue
nombrado embajador en Gran Bretaña, donde adquiere experiencia como cirujano. A
su regreso a España inicia la ginecología operatoria.
Del paso de
Federico Rubio y Galí por nuestra ciudad, nacido el 30 de agosto de 1827, por
cierto en una casa de la Calle Larga, pocos signos quedan. Dio nombre a una
calle y recientemente al centro de salud de la calle Ganado. Si bien
historiadores locales se han interesado por la inmensa figura de este insigne
portuense y lo que significó Federico Rubio en la medicina y la política, los
portuenses de a pie conocen poco de este portuense y su relevancia en el contexto
mundial de la medicina y menos de su efímero paso por la embajada de España en
las Islas Británicas.
Cuando se recibe
en El Puerto, el 11 de febrero de 1.873, la noticia de la proclamación de la
República, tras la renuncia del Rey Amadeo, el pleno municipal acuerda:
‘enterado el Ayuntamiento con la mayor satisfacción de este fausto
acontecimiento que abre un provenir de gloria y bienestar a nuestra querida
patria, y que ardientemente deseaba el sentimiento público’. Además del texto
de adhesión, se toman los siguientes acuerdos: ‘Que repiquen las campanas de
todas las iglesias; que los vecinos engalanen e iluminen las fachadas de sus
casas; el reparto de dos mil limosnas de media hogaza de pan, media libra de
carne, una onza de tocino y un cuarto de garbanzos a las clases pobres, todo
ello con cargo al capítulo de imprevistos’.
Mientras
todo esto ocurría en nuestra ciudad, el doctor Rubio decide poner en
funcionamiento la Escuela Libre de Medicina y Ci-rugía de Sevilla. Así el 10 de
octubre de 1.868 se creaba por Decreto de la Junta Revolucionaria sevillana y a
petición de Rubio la citada escuela, ateniéndose a ‘los criterios de libertad
de enseñanza y de asociación libre, sin subvención del estado’. En ella se
impartió el doctorado en medicina, se creó la primera cátedra española de
histología y se instituyó la pediatría como enseñanza reglada, convirtiéndose
años después en Facultad de Medicina mediante Real Orden de 14 de septiembre de
1.875.
Es
justamente en la segunda mitad del siglo XIX cuando se produce la revolución
quirúrgica europea, propiciando que los cirujanos fuesen capaces de penetrar
con el escalpelo en zonas del organismo hasta entonces intocables. Y como no
podía ser de otra manera, el carácter abierto, investigador y viajante de Federico
Rubio, le lleva a convertirse en pionero en ese complicado y hasta ahora
desconocido mundo de la cirugía mayor.
Mi buen
amigo Francisco Herrera, catedrático de Historia en la UCA, ha estudiado a
fondo las técnicas que practicaba nuestro insigne cirujano, a partir de un
trabajo que publicó Rubio en Sevilla en el año 1.868: ‘Apuntes de mí práctica
sobre los tumores y quistes del ovario, y el resultado de su trata miento médico y quirúrgico’.
Herrera
llega a la conclusión de que ‘el doctor Rubio fue introductor de varias
técnicas quirúrgicas, entre la que destaca la ovariotomía, que consistía en
abordar los quistes ováricos’. Se atribuye al cirujano la fama de haber sido el
primero en España en practicar la ovariotomía, concretamente en el año 1.863 en
Sevilla, llegando a experimentar en su dilatada trayectoria quirúrgica tanto el
tratamiento intraperitoneal como el extraperitoneal, señalando en cualquier
caso como causas de fracaso terapéutico en estas intervenciones, la hemorragia
y la infección. También fue el organizador de la primera consulta de Vías
Urinarias en España, en el Instituto de Terapéutica Operatoria, primer centro
quirúrgico español de especialidades médicas, creado por él en Madrid.
Pero el
inquieto doctor portuense, no sólo abarca con éxito el campo de la medicina y
la cirugía, sino que se inmiscuye en la sociedad en la que vive y se incorpora
con notoriedad en el complicado mundo político de la época. Es durante su etapa
como médico en el Hospital Central de Sevilla, cuando comienza a relacionarse
con políticos e intelectuales progresistas y en 1.854 se adhiere al republicanismo
federal del político catalán Pi y Margall.
Debido a su
alineamiento ideológico, Rubio se convierte en exiliado y en 1.860 viaja a Inglaterra
y Francia, donde en su afán de aprender trabaja en los más importantes
hospitales de Londres y Paris y se relaciona con las primeras figuras europeas
de la medicina.
Pero es en
el denominado ‘sexenio democrático’, que se inicia el 18 de septiembre de 1868
con el pronunciamiento de la Escuadra del Almirante Topete en la Bahía de
Cádiz, cuando Rubio, ya en España, llega a ser Diputado por Sevilla y
posteriormente Senador. Desde entonces y hasta diciembre de 1874, España vivirá
seis años de continuos cambios políticos que pasarán por un Gobierno Provisional,
una Monarquía y una efímera República cuando la figura del doctor Rubio
adquiere relevancia internacional en la política ya que es nombrado embajador
en las Islas Británicas. La monarquía inglesa no reconoce al régimen español y
Rubio, ni corto ni perezoso, se dedica a recorrer las principales clínicas del
país y de EE.UU., donde profundiza en la que es su pasión, la medicina y la
cirugía.
Cuando
fallece en Madrid el 31 de agosto de 1902, los intelectuales de la época lo
definen como hombre de gran personalidad, bondadoso de carácter, con rectitud
de principios, intelectual de amplios conocimientos, pedagogo de fácil
oratoria, demócrata con ideas liberales, sociólogo eminente, médico insigne y
cirujano excepcional. Y nosotros los portuenses sin saberlo. Es hora de que
reflexionemos sobre nuestro pasado. Sin él es imposible entender muchas de las
cuestiones de la más rabiosa actualidad.
Enrique Bartolomé
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